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Homicidios, asaltos y balaceras entre narcos sacudieron la modorra de una sociedad apacible

Todos sabemos que la seguridad fue el problema del año para Salto. Si bien las cifras oficiales empezaron a manejarse cuando ya sabíamos lo que estaba pasando, las mismas solamente ratificaron un temor que estaba instalado entre la población, que era el aumento notorio de los robos y de las rapiñas, y también en nuestro caso, el de los delitos violentos.

Las muertes por rapiña y los homicidios ya se habían sumado a la larga cadena de denuncias por hurtos que la Jefatura local estaba habituada a sumar para sus archivos. Sin embargo, ahora había que añadirle un problema importante, los asaltos a mano armada, las muertes por violencia y los robos violentos.

En reiteradas oportunidades las autoridades policiales fueron cuestionadas por la gente. El epicentro de esta protesta se vivió en el mes de mayo de este año, cuando cientos de salteños decidieron de manera espontánea, organizándose a través de las redes sociales, realizar un corte de rutas bloqueando el paso entre las termas de Daymán y el ingreso a Salto por la zona de Cuatro Bocas, quemando cubiertas y proponiendo una protesta furibunda.

Cortaron durante varias horas la ruta 3, en un domingo por la tarde, paralizando el tránsito y generando un caos con el que reclamaron más seguridad. Hasta allí fue el jefe de la Policía de Salto, Oldemar Avero, con las principales autoridades del Comando y recibió más insultos que quejas. Avero pretendía calmar a los presentes, asegurarles que la Policía estaba trabajando en los casos que se habían dado para poder mejorar la seguridad de la población y lo único que pudo hacer fue irse a tiempo, antes de que la horda se propusiera quemarlo en la hoguera.
Luego de esto los problemas siguieron, las denuncias no cesaron, los hechos de violencia no dejaron de conmocionar a la población y las autoridades siguen ahí, en las mismas oficinas diciendo que las cosas se van a resolver.

MARZO

Cuando el 8 de Marzo muchos colectivos sociales se preparaban en el país para reivindicar el Día de la Mujer, Salto se convirtió en el paradigma de lo que significaba esa lucha. Un sujeto furioso entró a la casa de su expareja por la puerta de atrás y la asesinó de un balazo a ella y también al funcionario policial que la estaba custodiando. Afuera de la casa había otro policía, que repelió la agresión a tiros y logró frenar al homicida. El hecho enlutó al país entero justo un 8 de marzo, ese día todos lloraban lo ocurrido y exigían justicia.

Pero 20 días después, una ola de asaltos a mano armada ponía en jaque a los comercios de la ciudad y la Ferretería Ceibal no fue la excepción. Hasta allí llegaron dos sujetos, uno se quedó en la motocicleta y el otro se bajó y asaltó el local a punta de pistola. Pero Andrés Duarte, que estaba siendo víctima de la rapiña no soportó la stuación y tras querer distraer al delincuente lo enfrentó, haciéndolo correr hacia el exterior del local y este le disparó dos veces en el pecho, matándolo allí mismo.

El delincuente fue detenido por los vecinos y su cómplice huyó, estando prófugo hasta hoy. Las cosas comenzaron a calentarse y los problemas se fueron dando de a poco. Hasta el local principal de la empresa Agencia Central fue asaltado a plena tarde, delante de todos, sin escrúpulos y con una audacia tal, que muchos de los funcionarios que estaban trabajando en ese momento, ni siquiera se dieron cuenta.

Después la muerte del comerciante Enrique De Mattos, en su almacén del barrio Ceibal, por un solitario delincuente, fue parte del decir basta y la gente volvió a salir a las calles exigiendo respuestas. El copamiento del aeropuerto de Salto que fue terminó en un tiroteo sin precedentes por parte de un grupo de narcos extranjeros, balaceras entre narcos locales en algunos barrios, y hasta un caso de sicariato ocurrido hace pocos días en una chacra, en la que asesinaron a un conocido comerciante de la carne, José Chito Bidart, mostraron la vulnerabilidad de la seguridad de la población en Salto.

Las cifras oficiales dicen que en los primeros seis meses del año, los números se multiplicaron con respecto al año anterior. Ya que en el mismo período de enero a junio pero de 2017, hubo 85 rapiñas denunciadas y en ese mismo período pero en 2018, las mismas fueron 163. Al tiempo que de 1 homicidio en ese mismo tramo del año anterior, pasamos a 7 en el primer semestre pero de este año, sin contar los últimos casos que se registraron y que causaron conmoción.
Los problemas de seguridad marcaron un jalón importante en la situación social del departamento, las autoridades se ocuparon de instalar en Salto a pedido de la gente, una base regional de la Guardia Republicana, que estará en Salto Grande y que contará con equipamiento sofisticado y una Policía mucho más agresiva, que promete no bajar los brazos.

Habrá que ver qué pasa el proximo año, donde el tema estará presente en una campaña electoral que se las trae porque serán las elecciones más competitivas de los últimos 15 años. Y si todo lo que alli se plantee responde a los reclamos que viene la ciudadanía, que llegó a dejar de salir a pasear a determinadas horas de la noche en lo que era una apacible ciudad de Salto, de la que hasta una exministra del Interior dijo hace algunos años, que rescataba su provincianismo, por su seguridad y tranquilidad para vivir, habrá que esperar ahora las estadísticas del cierre de año y qué anuncios en base a las mismas, tendrá para hacer la Policía, para darle mayor tranquilidad a una población que se siente insegura.

Informe diario EL PUEBLO


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