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Nueve de cada diez que repiten en primer año de liceo o UTU, abandonan.

En el 33% de los países no existe la repetición y en un 43% existe un límite de cuántas veces y cuándo se puede repetir. Foto: Fernando Ponzetto

En el 33% de los países no existe la repetición y en un 43% existe un límite de cuántas veces y cuándo se puede repetir. Foto: Fernando Ponzetto

La Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) camina hacia un cambio “histórico”. Hace más de un siglo que en la enseñanza uruguaya existe la repetición, hace dos décadas que desde la academia se discute la pertinencia de esta herramienta y hace dos años que en la interna educativa se instaló el debate: ¿qué sentido tiene no promover a un estudiante? Hoy las autoridades y los mandos medios del sistema se reunirán en la tarde, a puertas cerradas, con la intención de avanzar en un documento que selle “un pacto histórico”.

La repetición es la piedra en el zapato de la inclusión educativa. O, mejor dicho, es la manera que encontró la sociedad uruguaya de principios del siglo XX de dejar a estudiantes por el camino porque “todos no podían o no estaban aptos para llegar a la universidad”. Eso luego se transformó en un control de calidad (como si fuera un sellito del LATU que confirmaba si un niño había aprendido), en estigmas y hasta en canciones: “No sabe/ no sabe/ tiene que aprender/ orejas de burro le vamos a poner”. Pero “llegó la hora de que hagamos un pacto social, un acuerdo de que la educación es obligatoria para todos, es un derecho de todos y, por tanto, no puede ser pura meritocracia. Llegó el momento de que la clase media acepte que esos bancos que, históricamente, se reservó para sí misma, ahora los deberá compartir con los recién llegados”. Así lo entiende Antonio Romano, director de Planificación Educativa de la ANEP.

Las cifras parecen darle la razón. La afamada prueba PISA, esa que compara los resultados de aprendizaje de los estudiantes de la OCDE y algunas otras economías, se aplica a estudiantes de 15 años. En la década de 1960, apenas el 40% de los jóvenes de 15 años asistía a la educación. En 2018, los asistentes superaban el 94%. ¿Cómo hubiesen sido los resultados PISA en los 60? ¿Y cómo le hubiese ido a todos esos que ya habían quedado por fuera?

Esas son algunas de las preguntas que planteó ayer el sociólogo Santiago Cardozo. Lo hizo en un seminario internacional sobre repetición, que comenzó ayer y finalizará hoy con el acuerdo de autoridades.

En su ponencia el investigador explicó que “la no promoción (y el desfase que eso genera) es uno de los mejores predictores de riesgo en las trayectorias educativas”. De hecho un informe interno que maneja la ANEP muestra que de cada diez estudiantes que repiten en primer año de liceo o UTU, nueve abandonan.

Fuente: El País


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