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Como si hubiese sido una película de ciencia ficción a tiempo real, el final de la actual administración era casi cantado, anunciado.


Lima, aprovechándose de que su presupuesto no se votó y al quedarse sin mayoría en la Junta Departamental, goberno como un libertino pero con dineros públicos.


Compró y gastó en forma excesiva. Una flota nueva que no pudo utilizarse en su verdadera dimensión por no tener el combustible y la capacidad de orden y organización necesaria.


Buscó todos los recovecos para plantearle algo a la junta y gobernó por decretos y resoluciones.
Llegó a entregar comodatos a domicilio sin pasar por la Junta, rellenos, uso de vehículos públicos en una campaña de cinco años y todos los atropellos inmorales que uno pueda imaginar.


Lima fue un libertino de los bienes públicos que quedan expuestos en una rendición de cuentas del 2020 que seguramente rondará los dos mil millones de déficit.
En este escenario me pregunto seriamente si es que Salto está dispuesto a bancarse cinco años más de un libertinaje económico sin control, sin límites, que han llevado a un déficit histórico, difícil de revertir.


Estamos en una encrucijada que plantea el 27 tan cercano ahora, o planteamos una verdadera y responsable gestión de los dineros públicos o aplicamos aquél viejo tango de Alberto Castillo, «siga el baile, siga el baile, de la tierra en que nací».

Miguel Feris


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