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El efecto de la «Toma de Caracas», el jueves pasado, tardó sólo 24 horas en manifestarse de nuevo. Y lo hizo en forma de un estruendoso cacerolazo contra Nicolás Maduro en un barrio chavista hasta la médula, uno de los pocos lugares en Nueva Esparta (Isla Margarita) en los que el oficialismo se había impuesto en las elecciones parlamentarias de diciembre pasado.

Todo lo que vino después (insultos, corridas, detenciones y el inmisericorde debate político) ya forma parte del calvario revolucionario en el peor año del proceso inventado por Hugo Chávez. Porque si alguien tuvo la culpa del estruendo nacional desatado, ese fue el propio presidente venezolano.

La tarde había comenzado como una de tantas, con el chavismo desplegado con su política propagandística aplaudiendo la mano de pintura aplicada a un conjunto de viviendas en una zona colindante con el paraíso turístico de la Isla Margarita, uno de los destinos más frecuentados de un país que cada vez tiene menos turismo. La isla sufre graves problemas de abastecimiento de alimentos y de agua, que el gobierno intenta arreglar a la carrera ante la celebración a mitad de mes de la Cumbre de Países No Alineados, un evento trascendental para el gobierno ante los ojos del mundo.

La protesta metálica se tomó por la noche, pero, para sorpresa de su propio equipo de seguridad, Maduro se bajó del vehículo en el que abandonaba Villa Rosa para caminar por las calles de la isla y empezó a enfrentar gritos e insultos que comenzaron a multiplicarse. El mandatario incluso corrió durante varios tramos, mientras era respaldado por sus escoltas y apoyado por algunos seguidores.

«Cuando venía caminando comenzaron a decirle groserías, a tirarle piedras, la gente estaba tocando sus ollas, él se las quitó a dos señoras… Tuvo que salir corriendo, fue horrible, horrible. Él no se esperaba esto», describió de forma anónima al sitio web El Pitazo uno de los presentes.

En las redes sociales y algunos medios comenzaron desde ese mismo instante a repetir las imágenes. El chavismo, como si se tratara de un boxeador grogui que mira a un punto fijo sin saber qué hacer, tardó más de 12 horas en reaccionar al publicar un video editado, en el que insiste en la «manipulación de la derecha» y en que no había existido tal protesta.

Los hechos posteriores lo desmienten. Según la ONG Foro Penal, el Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin) practicó diversos allanamientos de viviendas y entre 30 y 40 detenciones, no sólo en Villa Rosa, sino en toda la isla. Por la noche fueron liberados, menos el periodista Braulio Jatar, director de Reporte Confidencial, que subió a la red varios de los videos de la polémica.

«Las detenciones son ilegales porque en Venezuela no existe el porte ilícito de cacerolas», ironizó la diputada Delsa Solórzano.

La prestigiosa ONG Provea insistió en parecidos términos: «Cacerolear no es un delito. Las detenciones arbitrarias y allanamientos ilegales en Villa Rosa son otra muestra del autoritarismo gubernamental».

Los incidentes se produjeron solo un día después de que la oposición tomara las calles de Caracas para exigir la celebración del referéndum revocatorio, cuando la Venezuela que se opone a Maduro, mayoritaria hoy, mantiene algo parecido a la esperanza tras semejante éxito. La determinación de Villa Rosa llenó de argumentos a los voceros de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), que convocaron otro cacerolazo en anoche para pedir la libertad de los detenidos.

«El presidente está fuera de control. ¡Lo cacerolearon y comenzó a repartir paz! Mis hermanos de Villa Rosa eran oficialistas, por eso esa reacción desmesurada. Hoy están absolutamente asqueados con lo que está pasando», criticó Jesús Torrealba, secretario ejecutivo de la MUD.

«El pueblo te aborrece, Maduro. Ni que mandes meter presa ni atropellar a la gente pudiste», escribió el gobernador y líder opositor Henrique Capriles en su cuenta de Twitter, uno de los más activos de anteanoche.

La oposición está determinada a mantener su presión en las calles y para ello convocó a dos jornadas de protesta. La primera, el próximo miércoles, frente a las sedes regionales del Consejo Nacional Electoral (CNE). Y la segunda, el 14, dependiendo del comunicado oficial que se espera horas antes del poder electoral.

«Venezuela deberá necesariamente pasar por un camino de reconciliación para dejar atrás este período de crispación, de polarización, de falta de respeto a los derechos básicos de su gente. Es imprescindible evitar la violencia, darle al pueblo su voz y que soberanamente decida su futuro», insistió de nuevo Luis Almagro, secretario general de la Organización de los Estados Americanos (OEA) y bestia negra del chavismo.

Foto: Reuters.

Daniel Lozano (La Nacion).


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