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A 12 días de la muerte de Felipe Romero, el niño de 10 años, secuestrado y luego asesinado por el entrenador Fernando Sierra, su madre espera respuestas.

Hay días que se siente fuerte como para seguir peleándola, otros en los que recae y debe acudir a la ayuda de “amigos, vecinos y primos siempre presentes” y al apoyo psicológico del Hospital Policial. “Tanto Sofía (su otra hija, también del matrimonio con el exfutbolista Luis Romero) como yo estamos siendo contenidas por muy buenos médicos en sanidad policial en Montevideo”, dice Alexandra.

Quiere “llegar a saber y entender” lo que sucedió. Afirma que sus colegas policías están trabajando duro y que confía en que encontrarán la verdad.

“Hay cosas que no me cierran”, señala en algún momento de la entrevista con ECOS. “Y como madre necesito respuestas”.

De la causa sabe poco y nada. Este martes se comunicó con el Instituto Médico Forense y al parecer “no recibieron ningún órgano (tejido) de Felipe para analizar patológicamente. Hasta ahora solo está el resultado toxicológico”, dice.

“Se deberá seguir investigando. Quiero llegar a saber y entender la parte oscura de todo esto”, reitera.

Le insiste a sus colegas policías que la madre del asesino sabe más de lo que dice. “Era una madre que tenía cierto apego con Sierra. Iban juntos a la capilla de La Barra, también a los viajes, iban juntos para todos lados”.

En su desesperación por encontrar respuestas, Alexandra fue a esa misma capilla a la que concurría el asesino de Felipe y su madre.

“Me entrevisté con el sacerdote a cargo y me comentó que en la misa que realizó después del Viernes Santo tanto Sierra como su madre le pidieron la bendición. El sacerdote me regaló un rosario y me dijo que Felipe se encuentra en paz junto a Jesús”.

El párroco también le aseguró que rezaba por ella y por la madre de Sierra, porque también perdió a su hijo. “Y yo le respondí: ‘esa señora también está mal de la cabeza porque recién me entero por terceros que comentó en alguna oportunidad que adoraban a Felipe, y que se iría a vivir con ellos’. ¿Te das cuenta, ¿en qué cabeza cabe?”, dice Alexandra.

Aunque señala que como policía sabe cómo actúa la gente ante estas situaciones, y que no le afecta la interpelación de la sociedad sobre su rol como madre, igual aclara: “Felipe tenía su casa, su cuarto, sus cosas, y una madre que lo adora. Jamás le faltó nada en casa. Todo lo que he comprado en la cooperativa policial es para ellos, ropas, zapatos. En Navidad, Felipe me pidió la Xbox y se lo compré. No era un niño de la calle. No era un niño al que la gente esa podría adoptar legalmente”.

En cuanto a los cuestionamientos indica: “la sociedad castiga y critica. La gente es así y no me afecta. Hoy hablan mal de mi, mañana será otra la víctima. Yo sé qué persona soy, y el padre biológico de mis hijos también lo sabe. Él lo sabe bien de cerca y si dice lo contrario para esconder la verdad, están los mensajes de texto que lo afirman”.

Alexandra asegura que el padre de Felipe, Luis “Lucho” Romero, estaba al tanto de la “necesidad de Felipe de una presencia paternal”. Que sabía que le estaba diciendo papá a Sierra. “Se lo avisé por teléfono. Pero me dijo que lo dejara, que si Felipe estaba contento, que estaba bien”, señala esta madre que veía a Sierra “como un padrino de Felipe, alguien presente como figura paterna”.

“Jamás fue pareja ni nada relacionado amorosamente conmigo. Solo nos unió una amistad. Y luego de la muerte de mi madre, en junio de 2015, este Fernando intensificó su apoyo como amigo y aprovechó a acercarse y ganarse más a Felipe”, afirma.

“Mi Felipe era mío, y yo sólo quería que fuera feliz. Y lo veía contento con ese hombre”, agrega.

No solo Felipe frecuentaba la casa de su asesino, también otros niños

En cuanto a las declaraciones del perito forense, Alexandra quiere respuestas. “No me cierra lo del abuso. Felipe nunca tuvo malas notas en las escuelas, se lo veía contento junto a ese hombre, nunca se hizo pis, ni nada de las manifestaciones que presentan niños que son abusados”, indica.

“Acá hay cosas que no cierran. Y como madre necesito respuestas”.

Según cuenta, y demuestra con fotografías, no sólo su hijo de diez años frecuentaba la casa de Sierra. “Iban otros niños jugadores, aún antes de conocer a Felipe. Y su entorno familiar está lleno de niños varones. Todos viven en casas continuas”.

Jamás imaginó que le pasaría esto, dice. “Pero seguiré esperando el día que me toque partir y reencontrarme con Feli. No voy a forzar ese día, solo esperaré que me llegue”.

Felipe

Alexandra cuenta que Felipe era muy cariñoso y enamoraba a las maestras. “Mi Felipe, puro noble, ahora está en paz y feliz. Eso me reconforta y me da esperanza. Siempre conmigo, el niño más lindo que conocí en mi vida, ¡y fue mi hijo!”

¿Qué le diría hoy? “Lo que le decía cada día cuando lo dejaba en la escuela: ‘ahora podés bajar, dame un beso, te amo’. Y él respondía: ‘sí, ya seeeeee’ y se reía. A veces decía ‘yo también’. Él sabía que yo lo amaba”.

Y agrega: “Es un ángel sí, y quizás con su ayuda se salvarán otros niños”.

Con Felipe todavía en el vientre, Alexandra se separó de Romero. “El dia que nació sentí tanto orgullo. Y a medida que crecía, más grande era mi orgullo, porque tenía dos hijos hermosos, educados, inteligentes, que todos los años pasaban con notas buenas”.

Cree que hubo una falta o error de la escuela en dejar a Felipe ir con Sierra. “La hubo pero justo se dio así. Imaginate que yo estaba en un curso de Jefatura donde no podía atender el teléfono y llamaron al segundo contacto que era el de Sofía. Pero este hombre ya había retirado a Felipe de la escuela. Veremos que dispone la Justicia”.

De todas maneras dice: “pero el culpable de la muerte de Felipe es uno y falleció. Ahora, también hay responsables de errores, sí. Somos ambos padres y la escuela, claro”.

Como sigue

Alexandra está de licencia y se puso a arreglar el jardín frente a su casa. Con su hija Sofía han decidido mudarse. “Se lo consulté y resolvimos irnos a una casita que tenga frente y fondo, así que estamos buscando algo que nos guste”.

Esta semana, madre e hija vienen a Montevideo porque tienen consulta con las psicólogas en el Hospital Policial. También Alexandra espera, de un momento a otro, ser notificada para declarar ante la Justicia.

“Es duro. Al principio obviamente no vi salida ni fuerzas para seguir. Pero de a poco me vuelven las fuerzas. Cuando recaigo voy a la iglesia y ahí encuentro fuerza y tranquilidad, y salgo con más ganas de seguir peleándola”.

Finalmente dice que es creyente y tiene el apoyo de sacerdotes católicos. “Rezo cada día por Sofía, por mí, y porque se esclarezca todo esto. Luego, seguiré adelante con Felipe aquí dentro de mi pecho”.

Fuente: ecos.la


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