Comparte esta noticia

Estuvo preso en el INAU por una rapiña en 2011 y terminó matando a dos personas en 73 días.


Una familia como muchas. Papá camionero, mamá modista. Eran tres hermanos. Cristian, el «Kiki», era el menor. Murió ayer en el Hospital Español horas después de dispararse un tiro en la cabeza al verse rodeado por la Policía. Venía siendo buscado por dar muerte a su pareja, a una cajera de un supermercado y dejar muy mal herido a un guardia de seguridad.

Tenía 21 años de edad y en poco tiempo cometió muchos delitos. Entre ellos hay rapiñas, receptación, tenencia de armas de fuego y en los últimos tres meses dos homicidios. Durante tres días fue, además, el delincuente más buscado del país.

«Yo estoy pasando por un duelo, soy la madre del causante de tanto dolor en otras familias. Estoy destrozada. Quiero pedir perdón, no pude evitar todo esto. Todo esto me da mucho dolor y vergüenza. Mi hijo se lo buscó, pero mató a gente inocente», indicó a El País Alicia, la madre del «Kiki».

No habrá velatorio, se hará un sepelio rápido y entre los íntimos. La familia no quiere exponer a sus amistades al compromiso de acompañar a los dolientes cuando en realidad «odian» al sujeto que se está despidiendo, según dijo Alicia.

Alicia aceptó ayer hablar con El País para enviar un mensaje a las familias de la sociedad: «No descuiden a sus hijos, cuando nos damos cuenta ya es tarde, hay que desconfiar de cualquier movimiento extraño».


El barrio:

Todo comenzó cuando el hogar familiar estaba en La Teja. Cristian fue tres años a la escuela Yugoslavia, después estuvo en una escuela pública del Prado. «Fue un niño tranquilo, no tenía malas juntas hasta que salió de la escuela, ahí comenzó a mostrarse más rebelde, pateaba puertas y le faltaba el respeto a los profesores», contó Alicia.

«Siempre fue el más mimoso, le dimos todo lo que pedía; lo atendí más que a los otros dos hermanos que salieron buenísimos, trabajadores», se lamentó.

Hizo un año de liceo en el Programa Aulas Comunitarias de Secundaria. Allí estuvo en un grupo pequeño con ayuda de asistentes sociales. Cuando pasó a segundo año lo anotaron en una escuela de UTU. El día que tenía que comenzar las clases dijo que no quería estudiar.

«Lo tuve una semana en cama, en penitencia. Me dijo que podíamos pegarle o matarlo pero él no iba a estudiar. Empezó a juntarse con amigos en la esquina de José Mármol y Elbio Fernández, después me di cuenta que ahí estaba todo el pichaje. Le hicieron la cabeza a él y a un amigo que iba a un colegio privado y terminó en el Comcar», aseveró la mujer.

En pocos meses el «Kiki» y su amigo cometieron una rapiña y cayeron por primera vez en la cárcel. Era el año 2011 y ambos tenían 14 años de edad. Estuvieron siete meses en el INAU.

Después de esa experiencia, la familia resuelve mudarse de la Teja al barrio Sayago. «Queríamos que cambiara el ambiente pero él no quería estar ahí. Decía que se iba a ir de la casa pero iba y venía», contó Alicia.

En mayo del año 2016 fue detenido y procesado por receptación y tenencia de armas. Salió en el mes de febrero del año 2017.

Terminó en el Módulo 11 del Comcar. Durante esta nueva estadía en prisión su novia quedó embarazada. Cuando salió se fue a vivir a la casa de sus padres. «Dijo que no quería volver a la cárcel porque era un mundo horrible, le pedí que hiciera las cosas bien, la hermana le hizo unos curriculum para que trabajara», señaló.

Cuando el bebé tenía apenas cuatro meses, el «Kiki» abandonó a su pareja y comenzó a salir con otra chica. Fue en diciembre.

«El 5 de diciembre lo vi cortándose los brazos, me dijo que saliera, que lo dejara tranquilo. Rompió todas las cosas de la casa. Estaba bajo los efectos de la droga. Llamé a la Policía y me empezó a amenazar, diciendo que yo era una traidora y que iba a matar a la madre de su hijo y a mí. Nos pusieron custodia», contó la mujer.

 

Criminal:

El 6 de diciembre el «Kiki» ejecutó de cuatro tiros a Alison Patricia Pachón, la madre de su hijo en Gregorio Camino y Heredia, Tres Ombúes. La víctima, que tenía 20 años de edad, estaba sentada en el comedor de su casa cuando ingresó el sujeto y disparó a quemarropa. Recibió tres tiros en el pecho y uno en el brazo derecho.

Dentro de la habitación estaba el pequeño hijo de «Kiki» y a pocos metros se encontraba un niño de tres años, fruto de una relación anterior de la joven.

«Decía que ella era traidora», aseguró Alicia. Tras el crimen, el asesino pasó a tener pedido de captura nacional por orden de la fiscal Diana Salvo. Sin embargo, no pudo ser localizado hasta la tarde del martes pasado. Alicia tiene una visión crítica con respecto al accionar de los policías.

«Tuvo que morir alguien bajo las cámaras para que hicieran algo. La madre de mi nieto también era una persona. ¿Por qué no hicieron algo antes? ¿Tiene que morir más gente para que se muevan?», se preguntó.

Entre el crimen de Alison y el asesinato de la cajera Florencia Cabrera, ocurrido el sábado 17 de febrero, pasaron 73 días. En ese lapso, el «Kiki» se comunicó en una oportunidad con su hermana. Dijo que no estaba dispuesto a volver y que sentía «odio» por sus padres, según contó Alicia. La hermana del criminal estaba en contacto con la Policía y les informó del mensaje. De todos modos, el delincuente tenía claro que no se entregaría. «Él siempre dijo que no quería volver a la cárcel, allí pasó muy mal. Sus amigos dijeron que estaba todo el día llorando», contó su madre a El País.

Como una extraña coincidencia en esta historia macabra, la única hermana del «Kiki» trabaja como cajera en un supermercado, igual que una de sus víctimas.

 

Fuente: Diario El País.


Comparte esta noticia
Acción no permitida! HostingServicios.com