Por Germán Coutinho.
Cuando recibíamos el proyecto de ley de promoción del voluntariado social en la Comisión de Población, Desarrollo e Inclusión, la cual presido, decidimos trabajar en la iniciativa porque estoy convencido que el voluntariado es una realidad en nuestro país que nos enorgullece y estimular este tipo de actividades es bueno para todos.
El proyecto ingresó a la comisión del Senado luego de que la iniciativa fuera aprobada por unanimidad en la Cámara de Diputados, luego de ser estudiado y evaluado comenzando así a tener otro andamiaje parlamentario.
En el proceso de discusión se fueron añadiendo disposiciones que desvirtuaron el proyecto inicial. Si bien lo que se buscó fue evitar que el voluntariado sea mal utilizado, encubriendo relaciones laborales o generando situaciones de competencia desleal, comenzamos a darnos cuenta que con estos agregados se terminaría perjudicando al voluntariado social en vez de promoverlo. Lamentablemente, el espíritu de la ley se fue perdiendo, convirtiéndose en un proyecto más de fiscalización y de desestímulo por parte del Estado.
Se pretende a partir de este proyecto que toda actividad de voluntariado social sea dada de alta ante el Ministerio de Trabajo, y si esto no ocurre, el Estado podrá presumir una relación laboral en forma encubierta dejando abierta la posibilidad de que se realicen reclamos laborales. Además, se le impone a la institución que contrate una póliza de seguros y al voluntario que trabaja a que se realice un examen psicofísico para demostrar que está apto para la tarea. No podemos desconocer las diferentes realidades por lo que consideramos que no es necesario solicitar exámenes a las madres que atienden en un comedor, a las abuelas que cocinan en un merendero, así como no podemos exigir una póliza de seguros a quienes ayudan en un hospital u orfanato con recursos económicos limitados.
En estos puntos no estamos de acuerdo ya que, además, no solo el voluntariado deja de ser una actividad anónima y desinteresada sino que involucra al Ministerio de Trabajo y al Banco de Previsión Social en una actividad a la que no están relacionados por ser gratuita y por no recibir aportes de seguridad social.
Hablar de voluntariado es pensar en la más amplia y diversa gama de actividades e instituciones que se abarca. Comprende a quienes brindan su ayuda solidaria en los hospitales, orfanatos, merenderos, costureros, tejedoras, residenciales, visitas de cárceles, los que realizan comidas para ayudar a los más carenciados, agrupados sea desde lo religioso, boy scout, rotarios, leones, asociaciones de apoyo, Alcohólicos Anónimos, grupo de vecinos y tantas organizaciones deportivas, sociales y culturales.
Entendemos que con estos requisitos, lejos de promover el voluntariado, se termina obstaculizando, desanimando y limitando esta herramienta de gran impronta social, es por eso qué estamos conversando con legisladores oficialistas para que este proyecto así cómo está planteado no sea votado en la próxima sesión del Senado.
No corramos el riesgo de convertir en ley este proyecto y terminar o disminuir esta actividad solidaria, valiosa y constructiva. Trabajemos en generar algo mejor que sirva realmente para impulsarlo, estimularlo y potenciarlo.