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Se acercan las fiestas y con ellas los tan famosos “cohetes”. En Navidad y sobretodo en la Nochevieja; ya sea por el mito de correr lo malo del año, o por simple diversión; lo cierto es que en esta época se utiliza en demasía pirotecnia y nos olvidamos que lo que para muchos es diversión, para algunos es un cruel sufrimiento. Y con esto no me refiero a que solo los perros la pasan mal, nos olvidamos que los niños con autismo sienten realmente terror.

Una de las características en la mayoría de estos niños, aunque no únicamente de ellos; ya que hay chicos que sin ser autistas también sufren de hipersensibilidad auditiva. Pero hoy nos referimos a aquellos que sí son autistas, que tienen los sentidos exacerbados, que donde además de los estruendos de la pirotecnia, las luces de los fuegos artificiales también las perciben de manera aumentada.

Los niveles de ansiedad y estrés generados los deja tensos, pudiendo causarles crisis nerviosas, llantos y hasta autolesiones.

Por lo tanto, claro está que no disfrutan para nada de eso que para algunos es tan divertido, y las familias no siempre tienen la posibilidad de resguardarlos por completo.

Quizás como sociedad nos falte más empatía, quizás deberíamos pensar más en ellos antes de usar pirotecnia para que todos podamos tener realmente felices fiestas.

 


Analía Rodríguez.
Imagen extraída de la web. 


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