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Por Germán Coutinho.

Nuevamente la naturaleza nos golpea, esta vez a través de  la creciente del rio y con lluvias que no paran. Nuestro departamento está atravesando una difícil situación y de gran preocupación para cientos de familias, la que se ve agravada por pronósticos adversos en toda la cuenca y las dimensiones de lo que se espera y que de cumplirse se puede generar.

Si uno empieza a evaluar el desarrollo de los acontecimientos podríamos determinar diferentes alternativas de acción. Las responsabilidades de gobierno que desempeñamos nos han llevado a conocer el desarrollo de estos eventos que lamentablemente ocurren. Sabemos quiénes son las primeras familias que deben dejar sus hogares, quienes son auto-evacuados, a quienes hay que ayudar en la evacuación y conocer la importancia de cada metro en el nivel del río y los efectos negativos en cientos de personas. Sabemos el dolor de quienes deben dejar sus casas y de  todo lo que significa el retorno a sus hogares.

No es momento para marcar nuestras diferencias y la crítica la dejaremos para más adelante. Ya habrá tiempo de debatir  la tarea reguladora de la represa de Salto Grande,  las tareas de mantenimiento de bocas de tormentas y canaletas que reducen las consecuencias de lo inevitable, de cómo se ejecuta responsablemente un protocolo en estos casos, de tareas preventivas que no se hicieron, de la falta de planificación de obras y de liderazgo ante la emergencia.

Pero no hablaremos de eso, haremos a un lado las discrepancias porque la política puede esperar pero no quienes  están necesitando ayuda. “Hoy queremos hablar de los que siempre están y destacar el papel que cumple nuestro Ejército Nacional, el rol de nuestros soldados que ejecutan y desarrollan la mayor parte de las actividades ante este tipo de catástrofes. Son ellos quienes  colaboran, acompañan y ayudan a las familias que están viviendo un momento difícil, se ponen al servicio de la gente para reducir en lo posible los daños que no se pueden evitar.

Son la última reserva de la vida de la República y aunque  han sido atacados sistemáticamente por algunos sectores políticos hoy están en primera línea cuando se los necesita. Ellos, que tienen los salarios más bajos, que no tienen derecho a  primas por insalubridad o al cobro de horas extras. Quienes ponen en riesgo sus vidas en cada oportunidad que son convocados para atender situaciones como estas y en cada creciente, enchorrada, tormenta y un sinfín de eventos en donde siempre están y seguirán estando a la orden de quienes los necesitan.

Ante las adversidades, se dedican silenciosamente a trabajar sobre ellas, cumpliendo un destacado e  importante rol. A ellos nuestro reconocimiento y nuestra gratitud. Nuestro siempre postergado Ejército Nacional, que hoy se vuelve ocupar de quienes necesitan y nosotros nos sentimos orgullosos de su tarea.


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