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Por Germán Coutinho.

El miércoles pasado, manifestábamos en el Senado de la República , nuestra preocupación acerca de Los Accidentes Cerebro Vasculares. Estos son la segunda patología que causa más muertes en nuestro país .

En cifras significa que en Uruguay más de 2500 personas fallecen por su causa por año, lo que equivale a 7 personas por día. Estos números no son de ahora, se vienen manteniendo desde hace varios años y nos posiciona como uno de los peores de América Latina.

Sumado a esto, es la primer causa de incapacidad en adultos en nuestro país, ya que deja también a muchos pacientes con secuelas.

A pesar de estos datos alarmantes, hay falta de información del tema en la población y lo peor, no está incluido en la canasta básica de prestaciones ni en el Fondo de Recursos lo que hace que, sumado a lo penosa de la situación, afrontarla sea muy costoso para los pacientes y sus familias.

No hay prevención, no se saben reconocer los síntomas, y en caso de reconocerlos, no se sabe cómo se debe actuar. La celeridad en estos casos es de vital importancia, dos millones de neuronas por minuto mueren en el traslado y dependiendo del tipo de ACV, la ventana de tiempo para actuar puede ser de tan solo cuatro horas para evitar o minimizar el daño cerebral.

No todos los centros son especializados en esta atención, se desconocen los protocolos de acción y en cada traslado, que no cuentan con un protocolo diferencial,se pierde ese tiempo tan valioso.

Todas estas variables hacen que padecer un ACV se transforme en una situación desbordante y desequilibrante tanto para el paciente como para su entorno .

La familia , a la que muchas veces apenas le llega información a través de los informes de CTI, información que puede resultar confusa o difícil de comprender, en oportunidades lejos de sus localidades, se siente desamparada. Son momentos de incertidumbre acerca de lo que vendrá, de miedo y de ansiedad, a los que les sumamos mas confusión, y poca claridad de como hacer frente a una nueva situación con un retorno a casa que tampoco será sencillo, de readaptación, nuevas emociones, gastos y cuidados especiales de diferentes profesionales para la debida atención del paciente intentando que la recuperación sea la mejor posible.

De acuerdo a las estadísticas, uno de cada seis personas tendrán un ACV en su vida. Es mucho como para no marcarlo como una prioridad en la agenda . Uno de cada seis, en un país donde tenemos las herramientas, las formas de atención, conocemos las medidas preventivas, y contamos con especialistas en el tema.

Apoyemos todas las iniciativas que sean posibles para que rápidamente podamos incorporar en el sistema de salud la prevención, tratamiento y educación de esta enfermedad.

No dejemos que siga dependiendo de la suerte lo que puede tener otro desenlace.


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