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La Facultad de Veterinaria de la Universidad de Pensilvania (EE.UU.) lanzó un nuevo programa de investigación con perros detectores de olores, en el que intentan capacitar a los animales para que puedan discriminar COVID-19 positivo y COVID-19 negativo.

Debido a que los perros tienen 300 millones de receptores olfativos (6 millones los humanos), y ya pueden detectar desde infecciones bacterianas hasta tumores nasales, son los animales ideales para poder detectar el nuevo coronavirus que puso en jaque a la humanidad.

Desde la Facultad informaron que el estudio pionero, “explorará la sensibilidad y la especificidad del olor, preparando el escenario para que los perros ayuden en la misión de detectar COVID-19, particularmente entre pacientes asintomáticos, entornos hospitalarios, o centros comerciales donde las pruebas son más difíciles“.

La detección preliminar de humanos vivos por parte de los perros ya entrenados podría comenzar a principios de julio.

La doctora Cynthia Otto, quien está a cargo de la investigación, señaló que “los perros de detección de olores pueden identificar con precisión bajas concentraciones de compuestos orgánicos volátiles, también conocidos como VOC, asociados con diversas enfermedades como el cáncer de ovario, infecciones bacterianas y tumores nasales. Estos VOC están presentes en la sangre humana, la saliva, la orina o el aliento”.

Por esa razón, la investigación comenzó primero con el estudio de ocho perros que ya están en trabajo de detección precisa. En el transcurso de tres semanas, a través de un proceso llamado impresión de olor, los perros estarán expuestos a muestras de saliva y orina positivas para COVID-19 en un entorno de laboratorio.

“El impacto potencial de estos perros y su capacidad para detectar COVID-19 podría ser sustancial. Este estudio aprovechará la extraordinaria capacidad del perro para apoyar los sistemas de vigilancia COVID-19 de la nación, con el objetivo de reducir la propagación en la comunidad“, aseguró la médica veterinaria quien además tiene un PhD, es profesora de Ciencias del Trabajo del Perro y Medicina Deportiva, y dirige el Penn Vet’s Working Dog Center de la Universidad.

El Heraldo


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