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Eduardo Lust (61) dice que se metió en política por culpa de la papelera finesa UPM. Y que él es un hipócrita, como todo político. Porque como dijo Montesquieu, el político es hipócrita por naturaleza. Lust es verborrágico, y contesta todo sin ambages. En su despacho tiene un cuadro de Wilson saludando cuando fue detenido al llegar al puerto de Montevideo, dice que él siempre militó en el Partido Nacional, pero hoy no podría integrar ese partido, porque los blancos no defienden «lo nacional» y él sí. Los «patrones» de Lacalle Pou y sus ministros, afirma, son las multinacionales, con UPM a la cabeza.

Lust, abogado constitucionalista, dice que hay cosas con las que no transa y para él no hay disciplina partidaria que valga. Por eso a los tres meses de gobierno interpeló a cuatro ministros -bajo la atenta mirada de Lacalle Pou- y percibió la «deslealtad» del Parrido Nacional. Se horrorizó cuando escuchó decir al ministro de Transporte y Obras Públicas en TV que había puesto todo el ministerio al servicio de UPM. «En un país serio, no dura ni media hora después de haber dicho eso», señaló. Por eso, cree que Heber debería renunciar. Como también el fiscal de Corte, Jorge Díaz, debería dar un paso al costado, pero no tuvo esa «sensibilidad», a su juicio.


El diputado cabildante, que está en vías de formar una nueva agrupación dentro de la colectividad, sostiene que el presidente tiene suficientes elementos para romper unilateralmente el contrato con UPM, dados los incumplimientos de la pastera. Pero no lo hará porque a Lacalle Pou -que estaba en contra del contrato firmado por el gobierno anterior- «lo comió el sistema».

¿Siempre quiso ser abogado?

-En el liceo en Paysandú era así: al que le gustaba la poesía, la filosofía y la historia, tenía que estudiar letras, otros iban por el lado de arquitectura, derecho o medicina, las clásicas. No era como ahora que hay 100 carreras entre todas las universidades y la UTEC. Yo no tenía, inicialmente, una vocación fuerte. Dije: «Voy a estudiar esto, a ver qué pasa». Hay muchas ramas de la abogacía, que a mí no me gustan, además.

-Y dentro de la abogacía, ¿qué rama lo entusiasmaba más?

-Siempre el derecho público. El derecho se divide entre público y privado. Ulpiano, emperador de Roma en el año 500, dio la mejor definición: «Hay cosas que son de los romanos y hay cosas que son de Roma», ahí nace el derecho privado, por las cosas de los romanos, y el derecho público, por las cosas de Roma. A mí siempre me gustó, no tanto el ejercicio de la abogacía, sino la formación que te da. Y te permite acceder a determinadas áreas de conocimiento que de otra forma no accederías, por lo menos en mi época. Hoy está todo en el teléfono. El derecho público tiene muchos sub-derechos. El derecho constitucional te da una visión total del sistema. Francis Bacon en 1700 dijo: «Toda la verdad está en la Biblia». Y yo digo: «Toda la verdad está en la Constitución».

-¿Cuándo se decidió a dar el salto a la política?

-Toda la vida milité en política, en el Partido Nacional. Pero mi pensamiento es incompatible con el programa de ese partido. Me gusta el Partido Nacional por su historia, es el héroe de la tragedia griega, el héroe siempre derrotado, pero jamás vencido. Yo sostengo que el Partido Nacional dejó de defender los intereses nacionales, y lo comió el sistema. Los comió a todos, también al Frente y a los colorados. Entonces, ¿qué veta encuentro para enfrentar al sistema? O no hacía nada, o aceptaba la invitación que me había hecho Cabildo Abierto.

-¿Y por qué Cabildo Abierto?

-Cabildo me invitó varias veces y yo siempre le dije que no. Pero 15 días antes de las elecciones, en virtud de circunstancias laborales y personales, les dije que sí, y ahí entré en la política. Con lo que yo sostengo, en el Partido Nacional no tengo espacio. Cuando yo entré en Cabildo Abierto, les dije lo que yo pensaba en determinados temas, y no me hicieron ningún problema. Cabildo Abierto es un partido nuevo y los electores son siempre los mismos, o sea que la gente que lo votó dejó de votar a otros partidos. Si yo sostengo que el programa de los blancos se olvidó de lo nacional, bueno, si pienso eso, no puedo estar ahí. En Cabildo Abierto yo defiendo lo nacional.

-Con apenas tres meses de gobierno interpeló a varios ministros (Azucena Arbeleche, Luis Alberto Heber, Omar Paganini e Irene Moreira de su propio partido) por la segunda planta de UPM. Fue raro y no cayó bien en el seno del Partido Nacional esa interpelación en junio. ¿Qué cree que consiguió con eso?

-Primero, aprendí cómo hay deslealtad en la política. Fijate que ahora el FA plantea interpelar a Larrañaga, en algún momento se va a fijar, el reglamento dice que tiene 15 días hábiles. Pues, yo planteo llamar a sala a los ministros para que expliquen el contrato con UPM. En esto se dio algo histórico: todos los partidos estaban unidos, porque el FA había firmado el contrato, blancos y colorados lo estaban ejecutando, entonces nadie iba a poder protestar.

¿Por qué digo deslealtad? Porque el Parlamento votó a las 16 horas el llamado a sala y lo fijó para las 18 horas. ¿Cuál fue la intención? Que Lust no tuviera qué decir, que no pudiera preparar la interpelación. Ya estaban acá todos los ministros, y hasta el presidente vino. Pensaron: «Lust no tiene experiencia, sabrá mucho de derecho constitucional, pero de esto no sabe nada y ahora de repente tiene cuatro ministros enfrente». Todo eso lo pensó el Partido Nacional. Y me salvó la plata el Frente Amplio (FA). El FA dijo: «Nosotros vamos a votar el llamado a sala. Nos hacemos responsables de la inversión, pero no le podemos pedir a un diputado que arranque una interpelación a las 18, cuando se votó a las 16».

Ahora, en la interpelación (a la que vino el presidente), quedó demostrado que el contrato es indefendible porque los ministros blancos lo dijeron. Le pregunté al ministro de Industria por qué había que comprarle la energía a UPM y me dijo: «Porque lo dice el contrato». La ministra de Economía dijo que el negocio era «muy malo», el ministro Heber dijo que el negocio era «indecoroso». Y Heber se enojó en la madrugada, y habló muy mal del FA y muy mal del contrato. Esa noche vi lo que es la política al servicio de las multinacionales, porque van los ministros, dicen lo que dicen (y yo comparto), y cuando termina el llamado a sala, la típica: «El Parlamento se da por satisfecho con las explicaciones». Yo declaré: «Me doy por satisfecho con la presencia de los ministros, pero muy insatisfecho con lo que escuché». Al dejar descubierto el mal negocio, pensé: «Ahora el Parlamento se enteró de todo, ya lo sabían, pero ahora se dio a publicidad. Bueno, Lacalle tomará medidas… Conseguirá algo», pero no. No hizo nada. Por eso digo que todos trabajan para UPM. Bah, lo dicen ellos.

Montevideo Portal


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