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La comisión de Familia y vida de la Conferencia Episcopal del Uruguay (CEU) emitió este jueves un comunicado rechazando la aprobación de la ley de despenalización del aborto en Argentina.

Según la CEU, esta ley «libera y favorece el aborto» y «legaliza el derecho a matar a un ser humano indefenso. Este supuesto, va contra el derecho a la vida de los seres humanos».

La carta es firmada por Alberto Sanguinetti Montero, obispo de Canelones y presidente de la comisión de Familia y vida de la CEU y por los secretarios ejecutivos Carlos Queraltó y María Teresa Zerbino.

«Como en la mayoría de los casos similares de otros países, se comienza con algunas causales. Se pone en primer lugar la violación, en segundo término se menciona el riesgo de la vida de la madre. Luego se abre la puerta a todo lo que se quiera: si estuviera en riesgo ‘la salud integral de la mujer o persona gestante’. Más adelante se define ‘la salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social y no solamente la ausencia de afecciones y enfermedades’. O sea para abortar se puede apelar a cualquier situación, que la gestante califique como que atente a su bienestar físico, mental o social: cualquier cosa, no hay límite», expresa el comunicado.

A continuación, asegura que se «limita la patria potestad», dado que uno de los progenitores o responsable legal debe estar presente, cuando se trata de una adolescente de 13 a 16 años, «pero no puede oponerse, basta con el asentimiento de ésta. Si hubiera disidencia, decide el profesional. Luego de los 16, decide sin ni siquiera comunicar a los progenitores».

Por otro lado, asegura que «se limita la libertad de educación y se impone a todos los estudiantes, en todas las edades, la enseñanza del aborto como un derecho, unido a otras ideas».

La CEU cita lo que dice la ley referente a este tema: «El contenido curricular sobre aborto debe ser enseñado como un derecho de las mujeres y personas gestantes, a través de contenidos científicos, laicos, confiables, actualizados y con perspectiva de género que puedan fortalecer su autonomía».

Críticos con esto, los obispos entienden que «no se puede enseñar que el aborto no es un derecho, sino una violación del derecho, tanto por parte de quien lo ejecuta, como por parte del Estado que lo favorece».

Ante estas consideraciones, la CEU «rechaza totalmente que se considere un derecho el matar al ser humano gestado en el vientre de la madre o gestante».

Sostienen que es «injusto y falso», y mencionan que tanto la ley argentina como la uruguaya «carecen del fundamento del derecho que es la razón, que a su vez reconoce el ser antes de la voluntad de los hombres», y que se «desconoce de facto la Declaración de Derechos Humanos de las Naciones Unidas».

El tercer artículo de esta declaración dice: «Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona».

A su vez, «se pretende borrar la Convención Americana de Derechos Humanos, de San José de Costa Rica», que en su artículo 4.1 reza: «Toda persona tiene derecho a que se respete su vida. Este derecho estará protegido por la ley y, en general, a partir del momento de la concepción. Nadie puede ser privado de la vida arbitrariamente». «La misma Convención dice que persona se entiende como todo ser humano (art.1.1) y aquí extiende la protección desde el momento de la concepción», aseguran.

«Si, como toda ley y tratado, debe ser interpretado según la mente de los legisladores o participantes, es patente la mentira de quienes quieren defender los Derechos Humanos y le niegan el derecho a la vida al nascituro», dicen.

«Denunciamos el mayor genocidio de todos los tiempos, que se va propagando en el mundo con el infanticidio en el seno materno, aprobado y promovido desde el Estado. Al que se quiere ahora agregar el peso de la muerte provocada en los ancianos y débiles», prosiguen, en referencia a la eutanasia, actualmente en discusión en el Parlamento.

La «imperiosa» necesidad de ayudar

La CEU llama a «seguir trabajando en favor de los demás». «Es imperioso ayudar especialmente a los más débiles, comenzando por los nascituros y siguiendo por las mujeres con dificultades físicas, psicológicas, económicas y espirituales, para dar a luz a sus hijos», expresan.

Además, dicen que «es necesario ayudar a las madres con síntoma post-aborto y a todos los que tienen secuelas físicas, psíquicas y espirituales por su participación en abortos».

«Sobre todo estamos llamados a acompañar a las nuevas generaciones, con una educación en la verdad, la virtud, la generosidad, el amor, que valore al otro, incluido el nascituro. Que con una recta formación humana, sexual, familiar estén aptos para comunicar y cuidar la vida humana. No se ayuda a nadie con el aborto», manifiestan.

Esto no termina acá

Por último, la comisión de Familia y vida de la CEU «exhorta a mantener la luz de la verdad y el derecho justo»

«Seguiremos proclamando, con respeto y firmeza, la iniquidad del aborto y de las legislaciones que lo defienden e imponen social y culturalmente. Buscamos la reversión de una situación tan trágica como es la destrucción de los fetos nascituros. Procuramos una renovación de la sociedad, más virtuosa, más noble y sana», declaran.

«Los legisladores no tienen una potestad omnímoda de decidir, aun contra derecho y contra razón. Tampoco los pueblos, o sus mayorías, tienen la potestad omnímoda de crear el derecho», prosiguen, y agregan que «sobran ejemplos en la historia para ver cómo mayorías votaron y dieron validez jurídica a dictaduras, gobiernos totalitarios y destructores de los derechos humanos. (…) por ejemplo, la esclavitud estuvo laudada por mucho tiempo».

«No es verdad que porque se haya votado una ley el asunto esté laudado: es sólo una ley injusta votada. No se vuelve buena y recta esa ley porque el pueblo piense de una manera o no haya luchado por cambiarla. Sólo muestra que los pueblos están compuestos por pecadores, son influidos por quienes tienen el poder de distintos medios», sentencian.

Montevideo Portal


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