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“Cuando le agujerearon los ojos dijo que comenzaba a ver. Cuando le obturaron los oídos dijo que comenzaba a oír. (…) Cuando le iban a arrancar el corazón, se detuvieron, deshuesados los verdugos, por miedo que comenzara a vivir.” (Miedo -fragmento-, de Altamides Jardim)

Daniel Dalmao, diputado de la 1001 y el Frente Amplio, secretario de la Departamental de Salto del PCU.

El viernes pasado se conoció el procesamiento, por parte de la jueza Claudia Melo García, del médico militar Ricardo Revetria quien participó durante la dictadura en sesiones de tortura a detenidos políticos. Estos aberrantes hechos fueron moneda corriente como parte del terrorismo de Estado desatado en dicho período. El departamento de Salto no escapó a esa larga noche donde reinó el terror. El cuartel de la ex avenida Viera, hoy avenida Líber Seregni, fue lugar de detención y tormento para decenas de salteños cuyo único pecado fue militar sindical y políticamente en organizaciones legales a las cuales el gobierno de facto prohibió luego de instalarse a partir del 27 de junio de 1973.


Un año atrás el Fiscal Ricardo Percibale, de la Fiscalía especializada en Crímenes de Lesa Humanidad, había solicitado el procesamiento por la comisión de tres delitos: abuso de autoridad, lesiones graves y privación de libertad, todos ellos en calidad de coautor. La jueza decidió el procesamiento sin prisión por abuso de autoridad. ¿Será Justicia?


La denuncia correspondiente había sido presentada en el año 2011 por parte de expresos militantes sindicales y del Partido Comunista de Uruguay (PCU). Los hechos narrados en dicha denuncia ocurrieron en el año 1976, pero sus protagonistas ya habían sido detenidos anteriormente en varias oportunidades y luego de esta última detención permanecieron varios años privados de su libertad en durísimas condiciones. Parece importante recordar que previo a la dictadura los militares habían sido convocados a combatir la “sedición”, se había declarado el “estado de guerra interno”, se aprobó la ley de “seguridad del estado” y se dio intervención a la Justicia Militar, todo ello bajo gobierno del Partido Colorado y apoyado en buena medida por el Partido Nacional.


¿A quiénes denuncian? A varios militares para los cuales continúa el proceso judicial y algunos médicos uno de los cuales es el ahora procesado. ¿Qué denuncian? Malos tratos, condiciones inhumanas de detención, torturas prolongadas en el tiempo. ¿Qué dijo el fiscal? Entre otras tantas cosas que “Revetria en su condición de médico del Batallón de Infantería No 7, fue una pieza clave en la represión desplegada en dicha unidad militar, que en reiteradas ocasiones cooperó en los distintos interrogatorios en que a los detenidos se le aplicaban apremios físicos y tratos crueles inhumanos o degradantes no permitidos por las leyes, la Constitución ni los reglamentos. Ello para que admitieran su participación en el PCU o la UJC”.


¿Qué dicen los denunciantes? Leonel-Lalo-Rodríguez Santana era trabajador de Ancap, afiliado a su sindicato y al PCU. Por ese motivo fue detenido y trasladado al Batallón. Al llegar a la unidad militar fue encapuchado por unos doce días y sometido a golpizas, colgamientos y a picana eléctrica. “Me colgaron, me pusieron picana eléctrica por todos lados…me trajeron casi desmayado para acá dos soldados y un médico (yo caí al lado de Mario Altamiranda), él dijo, a éste hay que darle más porque aguanta mucho”.

Altamiranda corroboró esto, “uno de esos días trae al Lalo Rodríguez Santana hecho una bolsa de papas y lo tiran al lado mío y al rato aparece el Dr. Ricardo Revetria, lo auscultó, le tomó las pulsaciones y dijo, a este hay que seguirle dando…Yo lo vi clarito, Revetria era una persona conocida”. Miguel Chácharo fue detenido en su casa en Pueblo Belén y trasladado al Batallón. Allí fue encapuchado y puesto de plantón junto a otros detenidos. Tras ello fue objeto de interrogatorios para que admitiera su participación en el PCU y estos eran acompañados de golpes, picana eléctrica, colgamientos y submarino. “Daban palizas, tachos, colgadas.

Me ponían las manos para atrás y me hacían submarino. Ahí estaba encapuchado. Me colgaban y me tenían rato y me sumergían la cabeza en el tacho…me daban picana” …”Revetria era el doctor que nos atendía a nosotros. Estaba en las sesiones de tortura y decía que les siguieran dando o pararan, a veces uno se hacía el “jodido” para poder “zafar” y él decía “dale que está bien”. Luis Chácharo fue detenido junto a su hermano Miguel. Al ser interrogado respecto a los tormentos recibidos destacó: “Golpes con los puños en los riñones y en el hígado…Picana. Me daban en las orejas, en los testículos en las manos. Yo estaba atado con las manos hacia atrás. Me tiraban al suelo y me daban” …” Plantones hasta que caía. Caballete…tiene un filo donde te cuelgan y no tocás los pies en el suelo…Me colgaban con los brazos hacia atrás. Uno no aguanta porque le tuerce los brazos. Uno se desmaya. Hasta Ahora se me hinchan los brazos” …”

Un día dijeron “llamen a Revetria”, yo no estaba desmayado, estaba haciéndome para que pararan de pegarme, el vino me revisó y dijo que estaba bien, que se podía seguir con la sesión”. Rubens Márquez era presidente de la filial Salto de AUTE, trabajadores de UTE. Al ser interrogado señaló, “Nos arrodillaban con las manos en la nuca. Plantones…En el penal los compañeros me hicieron hacer los dientes porque acá me los habían roto a golpes y a patadas…Al médico fuimos a parar todos nosotros.

Los médicos eran muy conocidos. Estaban Revetria…”. Ortilio Chácharo señaló, “me ponen en un caballete con los brazos abiertos con una madera que me agarraba la parte del cuerpo…Yo no aguantaba más el dolor de esa madera…Ahí me hicieron el tacho y la picana…El tacho tenía cualquier porquería con agua… estuve dos meses con los ojos tapados y en la tortura”. Luis Batalla fue detenido varias veces por su militancia sindical y política. Al respecto señaló, “tenía un trapo atado en los ojos y una capucha arriba…me golpearon. Había uno que me pegaba de adelante y como recibía algún golpe en los riñones que no se si era el mismo u otro” …”

Después perdí la sensibilidad del brazo y me llevan a la enfermería. Reconocí al Dr Revetria que dijo “no le toquen más el brazo”. Muy bien el doctor” (Es que Luis tenía ese humor sarcástico siempre). “No le hicieron caso y me ataban el brazo atrás de la nuca. Se que era el Dr Revetria porque me sacaron la venda”.


En una nota que escribimos hace un año al conocer el pedido del fiscal, nos preguntábamos: “¿Por qué un ser humano puede someter a otros a semejante humillación, producirles aberrantes castigos cuando no tienen posibilidad alguna de defenderse? ¿Qué motivaciones pueden tener para descender tanto en la escala animal? ¿Quiénes estaban-están-detrás de esos verdugos? ¿Cómo un médico, formado para salvar vidas puede ser parte de eso?”. (https://elpopular.uy/de-juramentos-y-olvidos-fiscal-solicita-enjuiciamiento-y-prision-de-medico-militar-en-salto/ )


Por eso la pregunta: ¿Es justicia? De los nombrados arriba, cuatro ya fallecieron, el “Lalo”, Rubens y los dos “Luis”. Siguen ahí Mario, Miguel y el “Tilo”. Maravillosos todos, con su orgullo de haber hecho lo que había que hacer, cargando con sus dolores y sin rencores. No tuvieron ninguna posibilidad real de defenderse en ese momento. La llamada Justicia Militar fue una farsa al servicio del terrorismo de Estado. Este señor médico, procesado ahora, si tuvo abundante recursos económicos y posibilidad de defensa legal. Pudo extender largamente el proceso interponiendo variados recursos jurídicos y obtener una pena por demás benigna si se compara con el tormento de los detenidos por la dictadura de la cual él fue funcionario. Los otros también, los torturadores con los cuales él colaboró, deben estar interponiendo todo tipo de recursos por lo cual el proceso para ellos sigue sin concluir.


Hay una gran diferencia. Los torturados son parte de la gran historia de este país, los torturadores pertenecen a lo peor de esa historia y así permanecerán. Los nuestros han cargado con sus dolores, terribles. Ellos cargarán con sus miedos propios de cobardes verdugos.

Fuente: El popular . uy


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