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Javier Milei, un economista libertario de 53 años, asumió este domingo la presidencia de Argentina decidido a darle un tratamiento de shock con el que promete sacar al país de su agónica crisis económica, aunque necesitará del apoyo de la oposición.

Ajeno a la política tradicional, a la que despectivamente se refiere como «la casta», Milei juró su cargo ante el Parlamento, en medio de aplausos y gritos de «¡libertad, libertad!».

«Juro por Dios y por la patria sobre estos santos evangelios», recitó Milei, siguiendo el protocolo usual. Luego recibió del presidente saliente, Alberto Fernández, la banda y el bastón de mando. A su lado, la vicepresidenta, Victoria Villarruel, hizo el mismo juramento.

A las afueras del Congreso, miles de personas se congregaron para celebrar su investidura. Vestidos con camisetas de la selección de fútbol y llevando banderas argentinas, esperaron su discurso en la plaza.

El flamante presidente comenzó su discurso en las escalinatas del Congreso refiriéndose a la situación actual del país y a la decisión del pueblo argentino. «Los argentinos, de manera contundente han expresado una voluntad de cambio que ya no tiene retorno. No hay vuelta atrás, hoy enterramos décadas de fracaso, peleas intestinas y disputas sin sentido, peleas que lo único que han logrado es destruir nuestro querido país y dejarlo en la ruina. Hoy comienza una nueva era en Argentina, una era de paz y prosperidad, una era de crecimiento y desarrollo, una era de libertad y progreso», expresó.

Y agregó: «Ningún gobierno ha recibido una herencia peor que la que estamos recibiendo nosotros (…) no hay plata, no hay alternativa al ajuste, no hay alternativa al shock».

Seguidamente, se refirió al modelo político de la oposición. «Durante más de 100 años, los políticos han insistido en defender un modelo que lo único que genera es pobreza, estancamiento y miseria. Un modelo que considera que los ciudadanos estamos para servir a la política y no que la política existe para servir a los ciudadanos. Un modelo que considera que la tarea de un político es dirigir la vida de los individuos en todos los ámbitos y esferas posibles, un modelo que considera al Estado como un botín de guerra que hay que hay que repartir entre los amigos. Señores, ese modelo ha fracasado, ha fracasado en todo el mundo, pero en especial ha fracasado en nuestro país», manifestó.

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