El mes pasado varios departamentos de nuestro país reportaron gran mortandad de peces que aparecían en las orillas de los ríos o flotando. El fenómeno tomó estado público tras la publicación en EL TELEGRAFO el pasado 28 de julio, donde se informó sobre una inusual concentración superficial de peces en el arroyo San Francisco de Paysandú y también en Mercedes, más precisamente en el río San Salvador, según comunicara la profesora de Biología Tiana Leivas oriunda de esa ciudad, quien había obtenido material fotográfico del suceso.
En ese momento la profesora hizo la denuncia a la Dinara y si bien su denuncia no tuvo respuesta, el 20 de agosto el Ministerio de Ambiente publicó un comunicado donde explicaba que la mayoría de los peces afectados eran sábalos y que la mortandad se debió a “las muy bajas temperaturas del agua debido a las condiciones meteorológicas (cercanas y por debajo a 10°)”.
Por otra parte, con fecha 22 de agosto, el Centro Universitario Regional del Este (Cure), UdelaR y Cenur Litoral Norte, publicaron su investigación realizada donde afirmaron que “Con pocas excepciones, la mortandad se asocia a la especie de nombre científico Prochilodus lineatus, conocida como sábalo en Uruguay y Argentina”. Además, en la investigación se informan características de esa especie y se explica que “la mortandad masiva de peces es un fenómeno común…” “En un único evento pueden morir desde unos pocos a miles de individuos”.
La conclusión a la que llegaron los científicos Guillermo Goyenola, Virginia Fleitas, Franco Teixeira de Mello e Iván González fue que “Vista la muy amplia cobertura territorial del fenómeno causante de la mortandad, el predominio de una única especie para la que hay evidencia de reducida tolerancia a las bajas temperaturas, y la reportada elevada abundancia derivada de la exitosa temporada reproductiva, no es esperable que la causa esté asociada a un evento puntual de contaminación”. También agregaron que “investigadores Argentinos del Instituto de Limnología Dr. Raúl A. Ringuelet de La Plata y técnicos del Ministerio de Ambiente de Uruguay, alcanzaron conclusiones similares”. A su vez, aclaran en el comunicado que “no puede descartarse que la documentada tendencia a acumular plaguicidas de los peces que se alimentan de sedimentos (entre los que se encuentra el sábalo), pueda generar una reducción en su tolerancia a los cambios de temperatura”.
El Telégrafo