El ministro de Salud Pública se defendió al decir que «no estaba de paseo» sino que fue a llevarle comida a su cuñado en cuarentena.
El ministro de Salud Pública, Daniel Salinas, quedó envuelto en una polémica cuando vecinos de Solís advirtieron su presencia en el balneario en plena Semana de Turismo y pese al pedido de no salir de sus casas.
Salinas tiene una propiedad en ese balneario turístico y los vecinos aseguran que lo vieron en la barbacoa de la casa con familiares.
Salinas salió al cruce de la polémica y en diálogo con el diario El País dijo que «no estaba paseando» ya que viajó para llevarle un surtido a un familiar que estaba haciendo la cuarentena.
El jerarca expresó que su cuñado regresó de España en uno de los vuelos de repatriados y lo hizo junto a su hijo, por lo que ambos permanecen en cuarentena en esa casa, sin salir ni siquiera a hacer las compras.
La presencia del ministro se explica, según su testimonio, en que viajó el sábado para llevarle un surtido.
«El sábado, con mi señora, fuimos a llevarle víveres de nuevo porque no puede salir de la casa a comprar al supermercado, ¿me entiende? Se le rompió la heladera, compré una heladera en el supermercado El Dorado, fui y vine», expresó el ministro, quien mostró su enfado por la «pavada» y el «escándalo» que originó su presencia.
«¡Yo no me fui a pasear a ningún lado! Y he trabajado todos los días, he aparecido en la prensa todos los días. Fui a llevarle víveres secos, carne, pollo, hamburguesas, para que el tipo comiera, para que no saliera de la casa», dijo Salinas, quien le mostró al periódico la factura del supermercado.
Salinas dijo también que, desde que está en el cargo, sufre con la exposición pública y que le hacen «bullying».
«Estoy bajo mil presiones, de sindicatos, prensa. Realmente, le regalo mi lugar. Ojalá que nunca en su vida esté en una posición como esta. Es un puesto de mucha responsabilidad, sí, y así lo ejerzo. Por eso me lastima y me duele. Me siento dolido. Por toda la previa que hubo, toda la campaña que usted sabe bien, eran todos infundios. Y ahora estoy teniendo una actitud que es absolutamente humanitaria para con todo el país, haciendo un desgaste de 16, 17 horas diarias de entrega. Estoy en cada cosa que pasa, trabajo sábado y domingo, no duermo. Hago que los demás respeten y que hasta algún pariente político respete y que cuando venga ni siquiera salga de la casa, que esté en el jardín, sentado nomás, tomando aire. Estoy haciendo que se cumpla, y encima me dicen esto. Ta, es el colmo. El estrés mío ya se me fue al diablo», cerró.
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