Una veintena de hombres, la gran mayoría jóvenes y sin hogar, duermen a la intemperie en la ciudad, sin posibilidad de acudir a un refugio por la noche ni acceder a un plato de comida, al estar suspendido el programa de ayuda para esta población por parte de la Intendencia. Recién se habilitará a fin de mes, según sus autoridades.
Con las intensas lluvias de la pasada semana y el descenso de la temperatura, una decena de indigentes capeó el temporal refugiándose en el andén de la exestación del ferrocarril ubicada a dos cuadras de la sede central de la Intendencia. Otro grupo se asentó en las galerías cubiertas del ex Mercado 18 de Julio, centro de actividades culturales de la comuna devenido en hospedaje provisorio de gente sin techo.
Los indigentes que permanecen en estos lugares con deterioradas condiciones higiénicas, conviven con el pucho y el alcohol y con la colaboración que reciben de algún transeúnte. Preparan alguna comida al fuego—no todos los días— y los sorprende el sueño en medio de cartones y trozos de nailon por todo abrigo.
«Yo hace un año que estoy aquí y me acostumbré al calor y al frío, pero ahora nos está faltando la comida porque se hace más difícil conseguir una limosna», dijo José, quien es el que lleva más tiempo viviendo a orillas de las vías de la exestación Noroeste.
Otro de los jóvenes que se cobijan en el andén admite que el descenso de la temperatura y la lluvia los está castigando, pero no les queda otra alternativa que seguir viviendo allí hasta que abra las puertas el refugio transitorio municipal.
Según los propios indigentes, el grupo crece y la situación empeora por las condiciones mínimas que ofrece el alero. El espacio es chico para cubrirse de la lluvia. «Antes éramos cuatro o cinco, ahora somos más, hasta doce quedamos aquí», acotó José.
EN REFORMA.
La directora de Desarrollo Social de la Intendencia de Salto, Yolanda Soria, dijo a El País que el refugio municipal se mantiene cerrado porque está en reformas, aunque desde el exterior no se advierten los trabajos.
En el departamento de Salto no funciona ningún comedor público estatal ni municipal. El proyecto para abrir uno que involucraría al Instituto Nacional de Alimentación, tras la asunción del intendente Andrés Lima, nunca se concretó.
Durante el transcurso del duro invierno del año pasado, la Iglesia católica instrumentó el funcionamiento de una «Heladera Solidaria», impulsada por integrantes de esa comunidad, en la que por las noches se llegó a entregar más de 300 viandas diarias a adultos y niños en un local contiguo al Obispado sin recibir ayuda gubernamental.
Otro lugar donde se atendió a personas carenciadas y con necesidades de alimentación durante el invierno pasado fue en las instalaciones de la iglesia Misión Vida.
EL PAIS