El Ministro del Interior, Eduardo Bonomi llegará a Salto el próximo 20 de marzo con el propósito de inaugurar el primer Polo de Desarrollo Logístico en el interior del país.
Se trata de una iniciativa que funcionará en la órbita de la Unidad N° 20 del Instituto Nacional de Rehabilitación.
Desde el Ministerio del Interior se destacan los avances en materia del trabajo realizado por el equipo de Dirección de dicha unidad.
El Polo de Desarrollo Logístico comenzó en el Comcar. Instancia en la que se trabaja en capacitar y otorgar a los internos una tarea. Fomentando la cultura de trabajo y desarrollo.
Según se informó a Tiempo de Noticias, la Unidad N° 20 del Instituto Nacional de Rehabilitación logró apoyo internacional más la inversión del propio Gobierno, para trabajar en un mega proyecto que empleará a un número importante de internos. El proyecto en Salto será para trabajo en madera. Para eso se incorporó maquinaria. Los internos realizarán el primer trabajo en la madera las que luego servirán para construcción de muebles, etc.
Los internos de la Unidad N° 20 ya están trabajando en la elaboración de pan y facturas. Todo lo vinculado a panadería. Además cuentan con chacra propia para la cosecha de frutas y verduras.
Compartimos con nuestros lectores una nota de diario La República donde da cuenta del Polo de Desarrollo Logístico en el Comcar.
El camino es este sin duda. El que nos va separando del viejo sistema. Vamos hacia la izquierda de la entrada principal del Centro Nacional de Rehabilitación Santiago Vázquez, ex Compen y más conocido popularmente aún como Comcar. Caminamos hacia los módulos 7 y 9 que rodean el Polo Tecnológico a pocos metros de la entrada. Por otro camino, bastante más largo, sigue la mayoría de la visita cargando trabajosamente enormes bolsas con alimentos y elementos de limpieza. Recuerda el camino de las hormigas.
Nosotros vamos hacia otro Comcar, donde no se ve una colilla de cigarro en el piso, donde huele a limpio, donde hay flores en el patio, faroles, juegos para niños, don-de todo está hecho a nuevo por los propios reclusos.
Las celdas no existen aquí, son habitaciones con frigobar, TV cable, hay biblioteca, sala de gimnasia, barbacoa, los baños brillan revestidos de cerámica y hay un supermercado, por lo que los familiares ya no tienen que cargar bolsas para toda la semana, sino que cargan una tarjeta prepaga que los reclusos usan cuando lo desean. También hay una Usina Cultural, donde Inefop imparte 19 cursos y se realizan artesa-nías. No hay gritos en estos módulos, ni insultos y hasta hoy no se ha registrado un solo he-cho violento. El contacto con la sociedad es fluido y cuadrillas de estos módulos han trabaja-do en Montevideo, para la Intendencia y reconstruido va-rios edificios de instituciones y Ongs, así como han trabajado en varios departamentos del interior en experiencias más que gratificantes.
Todo comenzó hace tres años con 28 reclusos, hoy son 400 y todos trabajan en el Polo Tecnológico. En los otros mó-dulos del viejo sistema, hay unos 3000 reclusos. En el Polo Tecnológico hay una metalúrgica, una fábrica de escobas, de aberturas de aluminio, fábrica de ollas, herrería, carpintería, reparación de aire acondicionado, panade-ría y como si fuera poco una empresa privada produce palet y otra se prepara para instalar-se en breve, para fabricar productos en hormigón.
Además de que los reclusos aprenden un oficio, la cultura del trabajo, ganan dinero y reparan de alguna forma su deuda con las víctimas dejando un 10% de lo que cobran desti-nado a la Asociación de familiares y víctimas de la delincuencia (Asfavide).
Hay miles de pedidos de internos para pasar a este sistema sin embar-go además de las posibilidades logísiticas, la selección es sumamente estudiada justamente para preservar lo logrado has-ta hoy. Sin embargo, si bien se mantiene el sistema progresivo, los delitos cometidos no in-fluyen directamente, sino el comportamiento, la voluntad, etc. Por lo que puede haber un homicida con un procesado por hurto, por ejemplo. Todo significa un gran ahorro además para el presupues-to del Instituto Nacional de Rehabilitación. Este proyecto no demandó ni un peso extra para el presupuesto del Ministerio del Interior.
La pregunta es: ¿este proyecto que aparece como paradigma de la rehabilitación, puede extenderse no solo a todo el Comcar, sino a todo el sistema carcelario, más allá de un núcleo “duro” de reclusos que difícilmente se rehabiliten?
Un bebe con mucho futuro
“El Polo Industrial es un bebe, tiene tres años y el creci-miento, la expansión, fue cuántica digamos.Y en este lugar. Si en tan pocos años y con pocos recursos, que lo básico fue la osadía y la buena voluntad, si en este tiempo logramos tanto, somos muy optimistas a propó-sito de lo que nos espera”, dijo a LA REPÚBLICA, el coordinador general del Polo Industrial Jaime Saavedra. “El desarrollo puede ser muy grande. Producimos para el autoabastecimiento pero tenemos empresas privadas que quieren producir a fasón, sin instalarse acá. Pero sí comprar determinadas cosas que se están haciendo con un nivel de calidad muy importante. Eso posibilitaría que el número de gente que trabaja crezca. Los cursos de Inefop por ejemplo nos van a permitir ofrecer a Aluminios del Uruguay 15 ope-rarios más”, explicó Saavedra.
Para las autoridades no se vislumbra el”techo”de este emprendimiento.”En la medida en que aparezcan clientes nuestros y tengamos operarios calificados no hay ‘techo’. También está el Estado, ahora hicimos un convenio con la Intendencia, no se me ocurre que cosa po-dríamos no hacer nosotros”, subrayó el jerarca. Sobre la reutilización y el aprovechamiento a la interna del sistema penitenciario apun-tó que “hay dos razones. El primero es que se pueden reutilizar cosas que sino van a parar a la basura. La otra cosa es la capacidad que tiene el INR para fabricar cosas que el mercado no tiene, porque nadie arma productos pensando en el uso penitenciario. Las escobas que comprábamos en el mercado acá duraban dos días igual que las ollas. La vida penitenciaria tiene determinadas características que no prevé el mercado y nos abarata el presupuesto”, explicó Saavedra.
“Cuando llegué sólo sabía robar ahora tengo un oficio”
Cuando llegó a la cárcel solo sabía robar “ahora aprendí un oficio”, dice Nelson Alonso mientras corta un vidrio para las ventanas de aluminio que se fabrican. Hoy enseña la profesión a otros reclusos que se suman al trabajo. “Llevo tres años trabajando acá. Aprendí a armar ventanas y cortar vidrios. Hice un curso en 2014 en Inefop y armamos ventanas para todas las cárceles. Ahora estamos cortando vidrio para Las Rosas”, cuenta Nelson. Pero también ha hecho ventanas para la Intendencia y para varias escuelas. Antes Nelson pintaba y así fue que lo derivaron al galpón donde se hacen las ventanas. “Entonces me preguntaron si quería aprender y dije que sí, ahora estoy de encargado. Muestra orgulloso las ventanas que nada tienen que envidiar a las que se pueden comprar afuera. Nelson piensa seguir con la profesión cuando salga en libertad.”Tengo ya un lugar para trabajar cuando salga”. También se reunirá con su madre y sus hijos para emprender una vida nueva.
Nunca había pisado una cárcel, hoy es el primer empresario uruguayo que produce desde el Comcar
“Los sistemas cerrados, como el sistema penitenciario, sino no son perforados por agentes externos, como la prensa, la Universidad, las empresas privadas, la comunidad en general; tienden a la corrupción. Entonces la idea era tratar de generar espacios donde la vida transcurra lo más parecido a posible a lo es afuera. Dentro de se esquema las empresas privadas. Nosotros tuvimos la suerte de conocer a Pablo Gonzáles y la empresa ISG, Pablo instaló una empresa espejo de la que tiene afuera, aquí”, explicó Saavedra. Esta empresa que hace palet y contrató a 27 internos, paga el laudo, salario vacacional, aguinaldo, BPS, Banco de Seguros y los reclusos cobran con tarjeta en el sistema de Inclusión Financiera, para ello eligen a una persona de confianza que realiza el cobra fuera del centro de reclusión. Al estar bancari-zado el recluso puede sacar préstamos por ejemplo. La fábrica transforma el pino primero en tablas y vende a empresaza exportadoras lo palet para transporte de merca-dería. “Luego que me lo plantearon vine a conocer el Polo Industrial que recién se estaba formando. Me gustó la idea y se creó la empresa que es de inclusión social”, explicó Pablo a LA REPÚBLICA. El empresario ni en sueños había imaginado pro-ducir desde una cárcel. “Jamás en la vida me imagine producir dentro de una cárcel. Ni siquie-ra de visita había ido. Obviamente todo lo que uno imagina tiene que ver con que es complicado y peligroso. Pero una vez que llegue acá me enamoré del proyecto. En mayo hace tres años que estamos acá”, contó Pablo.
Ahora Pablo es un referente y es muy consultado sobre su experiencia por otros empresarios que analizan sumarse al proyecto. En cuanto a la relación con sus obreros reclusos indicó: “para mí es impecable, nunca tuve ningún problema con nadie, es un respeto cien por cien hacia mi persona y hacia las autoridades. No faltan, se entusiasman con el trabajo, no se hacen los vivos, no se duermen, vienen con puntualidad, si necesitamos hacer un par de horas ponen toda la voluntad. Siempre están a la orden a ver si necesito más gente, el interés de la gente acá dentro para trabajar es muy grande”, contó el empresario.
Emotivas y estimulantes experiencias de trabajo fuera de la cárcel
Quienes trabajan en el Polo Industrial han salido y salen fuera del centro de reclusión a trabajar en decenas de lugares. Escuelas, plazas, ramblas, liceos, la propia sede de la Asociación de familiares y víctimas de la delincuencia.
Todas han sido excelentes experiencias y hasta muy emotivas como ocurrió en San Gregorio de Polanco en Tacuarembó. Fueron a reparara una escuela y el liceo. Lógicamente a los padres de los alumnos no les gustó la idea que presos se vincularan a diario con sus hijos. Viajaron 15 reclusos y tres guardias. En el liceo las obras consistieron en retirar una chapa de fibrocemento para ver el estado de la plancha de hormigón, limpiar e impermeabilizar el techo de concreto. También fueron corregidos los desagües pluviales y varias filtraciones del te-cho liviano que obra de aislante térmico. El equipo de obra colocó membranas asfálticas en todas las junturas, cambió ventanales deteriorados por aberturas de aluminio, pintó los salones, áreas comunitarias y multidisciplinarias y cambió piezas de cerámica en varios pisos. Además hizo a nuevo un patio abierto central, donde fueron instalados dos bancos de plaza, remodeló el frente, reparó la cantina y reti-ró todo el mobiliario, que fue sustituido por otro nuevo. Los muebles que se utiliza-ban en el liceo fueron reacondicionados en el Polo Industrial.
Por otra parte, en el comedor del Instituto Nacional de Alimentación, en agradecimiento por su generosa atención, la cuadrilla limpió y cortó el césped, podó árboles en el fondo y en el frente del local. Las jornadas de integración y reconocimiento a los trabajadores que se hizo entre niños y docentes de la escuela, entre directores, docentes y asociación de padres del liceo fue verdaderamente emocionante. Fueron despedidos con el coro de niños de la escuela al que se sumaron los docentes, padres y vecinos del lugar. Otro ejemplo fue el trabajo en la Aduana de Oribe, sobre la calle Juan A. Golfarini, frente al puerto del Buceo en Montevideo. Allí acondiciona-ron el espacio y colocaron 18 bancos que fueron fabricados por 12 personas privadas de libertad, quienes también participaron en otras intervencio-nes efectuadas en el área. La instalación incluyó una escultura realizada por uno de los presos.
El milagro de transformar botellas en escobas y la inventiva de un ingeniero
El equipo de LA REPÚBLICA recorrió el Polo Industrial acompañado de Saavedra, Martín Santana, sub director administrativo, Laura Cotelo, encargada de la Oficina de Personas Privadas de Libertad y el director Técnico de Polo, el ingeniero Pablo Plost. Si bien se dice que nadie es imprescindible, sería difícil imaginarse el Polo sin la inven-tiva y practicidad de Plost. No solo soluciona problemas sino que los transforma en produc-ción. Inventa motores con máquinas destinadas a otros usos. La fábrica de escobas cuyos cepillos se hacen con envases de plástico es un buen ejemplo de su genio. “teníamos un problema muy grande con los envases que quedaban después de las visitas, nos dejaban 8 mil envases por semana. Un volumen gigantesco. Dije vamos hacer algo, las prensamos, no sé. Pero armamos una máquina la primera fue a manija y ahora es eléctrica, es la única, es un prototipo”, explica Plost.
La maquina que inventó corta la botella en tiras de plástico y estas luego se transformar en los “hilos” de la escoba, que además dura mucho más que las comunes. “hay algo más importante que la producción de 1 escoba en sí. Es el hecho de preocuparse por la basura, de transformarla en algo útil, un modo de vida diferente al que aquí se acostumbraba, la decidía, ensucio, no me importa esto no es mío, eso cambió”, subraya Plost. Otro ejemplo es un entrepiso en la metalúrgica que se hizo con puertas de hierro que quedaron luego del famoso motín en el Penal de Libertad.