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Que el fallo ejemplar dispuesto por la Justicia no devolverá la vida a Rosina Tonarelli Almada, es más que evidente. Sin embargo, familiares y allegados a la mujer de 33 años que fuera asesinada por su entonces pareja, Fernando Andrés Varietti Rodríguez, en la ciudad de Guichón en 2022, indicaron a EL TELEGRAFO sentir “un poco de alivio” al entender que se ha hecho justicia y que Rosina “finalmente descansará en paz”. La sentencia dictada indica que Varietti deberá cumplir con 30 años de cárcel como autor penalmente responsable de un delito de homicidio muy especialmente agravado por femicidio y por violencia doméstica, además de entre 5 y 10 años de medidas limitativas de la libertad una vez concluida su reclusión tras las rejas. El femicida no contará con el beneficio de redimir pena por trabajo o estudio, y saldría en libertad pasados sus 70 años de vida. En la sede penal de nuestra ciudad, a las 11.44 de la víspera dio inicio la última audiencia por el caso que mantuvo en vilo por más de un mes a la ciudad de Guichón, tiempo en que la joven mujer estuvo desaparecida hasta el hallazgo de su cuerpo en la zona conocida como La Piedra, donde antiguamente funcionaba el basurero de la zona. “Desnuda, pero con su anillo puesto, bajo una pila de escombros”, dijo la juez letrada de Primera Instancia de Paysandú de Cuarto Turno, Noelia Acosta Ferreira, al momento de dar lectura a los resultados del proceso de investigación liderado por la fiscal de Cuarto Turno, Cecilia Irigoyen, junto a su equipo compuesto por las doctoras María José Graziani y Lucía Genta. Esposado de pies y manos, el femicida ingresó a la sala para sentarse junto a su abogado defensor, quien hizo hincapié a la prensa a que se tomaran imágenes y fotografías de espalda, sin mostrar el rostro del que usando la violencia le dio muerte a Rosina, ocultó su cuerpo y luego lo descartó para seguir adelante con su plan construyendo coartadas que creyó podrían eximirlo de culpabilidad. A escasa distancia, representados por los abogados Marcos Levaggi Santos y Juan Lamas, familiares de la víctima, encabezadas por su madre, contuvieron el aliento en más de una ocasión al conocer los detalles pormenorizados de cómo Varietti obró ese día, así como debieron escuchar detalles técnicos de la pericia forense practicada al cuerpo de Rosina, que dejó claro que murió a causa de una asfixia mecánica (estrangulamiento) y que el cadáver fue puesto en el antiguo basurero unas 24 horas antes de su hallazgo, o al menos en el lugar donde finalmente fue encontrado. Esto último deja la interrogante acerca de dónde mantuvo el cuerpo durante casi un mes mientras todos la buscaban, aunque eso no cambiaría en nada la sentencia. Sin expresión alguna o signo que permitiera notar arrepentimiento por su accionar, Varietti Rodríguez escuchó cada palabra de la jueza y al conocer el fallo procedió a firmar para luego ser retirado de la sala hacia el sector de celda y aguardar su traslado nuevamente a la cárcel. Afuera aguardaban sus padres y un hermano, a quienes finalizada la instancia se les informó de la resolución judicial.

PRUEBAS Y TESTIGOS

La jueza detalló todos los pasos realizados durante la investigación, así como enumeró infinidad de pruebas recolectadas, entre ellas imágenes de video captadas en diferentes puntos de Guichón en que se comprobó la secuencia de los hechos y hasta la discusión mantenida entre la víctima y su asesino en la puerta de un hotel de esa ciudad, de donde la sacó a empujones según él “para evitar que cayera en el consumo de drogas”. En tanto, se presentaron diferentes testimonios que permitieron ubicar a Varietti Rodríguez en diferentes escenarios en la noche del 13 de agosto y madrugada del día siguiente en que dio muerte a Rosina en la casa de ésta, para luego retirar su cuerpo en la camioneta que ella misma había alquilado por dos días. “El 13 de agosto al mediodía Rosina alquiló una camioneta para ir a un cumpleaños en Termas de Almirón desde donde luego se dirigió en busca de su madre para llevarla al médico, y retornar después al cumpleaños”, indicó la jueza. Como era fin de semana, pidió le alquilaran el rodado un día más. Disfrutó en familia hasta las 22 cuando fue la última vez que su madre la vio retirarse en la camioneta hacia su casa en 25 de Mayo entre Fraternidad y Herrera, “donde cerca de las 23 arribaron dos amigos, que le proporcionarían drogas, a bordo de un auto Volkswagen Gol rojo provenientes de Young. Casi una hora después, la mujer salió en la camioneta rentada para dirigirse hacia el taller de Varietti, en avenida Gral. Artigas y Batlle y Ordóñez, donde éste se encontraba sentado afuera”. Su por entonces pareja, “abre la puerta de la camioneta donde hablan y luego Rosina apaga la camioneta y ambos ingresan al taller”. “A las 00.03 del 14 de agosto, Rosina sale del taller de Varietti y se dirige hacia su domicilio donde vuelve a ser visitada por los dos hombres de Young y conciertan dirigirse hacia el Hotel Uruguay cada uno en sus vehículos”, media hora después –tal vez alertado por algún conocido– Varietti “sale de su taller en una camioneta Ford gris doble cabina donde llama en dos ocasiones al celular de Rosina, pero ésta no le contesta”. Se dirigió hacia el hotel donde vio la camioneta de Rosina estacionada en la cuadra y a ella junto a los dos hombres en la entrada. Mientras los hombres brindaban sus datos en la recepción del hotel, Varietti ingresó y sacó a Rosina hacia la calle. “Ella se sienta en un banco frente al hotel mientras él se mantiene parado y no la deja avanzar, por los movimientos de los brazos de Varietti parece que discuten”, indicó la jueza al repasar la cronología de los hechos. A los minutos “Varietti levanta a prepo de un brazo a Rosina del banco y la lleva en dirección a su camioneta empujándola de atrás”, lo cual fue visto por los dos hombres que aguardaban entrar al hotel y el recepcionista que salieron a la vereda. Poco después, Rosina volvió a la puerta del hotel donde los amigos le preguntaron cómo estaba. Les respondió que se encontraba bien pero que esperaran que ya volvía; ambos la notaron nerviosa, declararon después. A las 00.48 los tres, Rosina y sus amigos se fueron hacia sus vehículos; y la mujer circuló por varios sitios de Guichón donde fue seguida por Varietti que rondaba tras ella en su rodado, hasta llegar a su casa. Varietti Rodríguez llegó furioso a pedir que le abriera la puerta, pero como Rosina no lo hizo arremetió. Una vez dentro, según él mismo había declarado en su momento ante la Policía, fue “agredido por la víctima con quien forcejó, inmovilizándola, sujetándola por las manos y presionando su cuello, hasta que dejó de moverse y, en consecuencia, de respirar”. Tras perpetrar el femicidio, cerró la puerta de la casa, dejó las luces encendidas, tomó su camioneta y se dirigió a su taller, volviendo seguidamente a pie hasta a la casa para ver a la víctima; al hallarla de igual forma, la cargó sobre sus hombros hasta la caja de la camioneta que la mujer utilizara, le dio encendido y comenzó a circular con ella sin rumbo, por diferentes calles hasta llegar a la zona de la Piedra, donde fue encontrada el 19 de setiembre. En el proceso de la investigación, Varietti Rodríguez pretendió crear coartadas que permitieran desvincularlo del caso, entre ellas que había estado en la zona de la Piedra porque había quedado en verse con una mujer, con quien había mantenido un vínculo informal; sin embargo sus dichos quedaron descartados cuando ésta declaró que desde 2021 no tenían contacto alguno y que además por ser conflictivo y violento se había terminado el relacionamiento entre ambos. Por su parte, se tuvieron en cuanto algunos agravantes para su sentencia, como el hecho de que cometió el femicidio de Rosina a la noche (agravante de nocturnidad) aprovechándose “del orden natural que da la noche para cometer el delito de homicidio y ocultar el cadáver”; así como la reincidencia ya que hacía 4 años y 11 meses había recuperado la liberad tras haber sido condenado por violencia privada y lesiones graves en 2016. En esa ocasión, Varietti Rodríguez llevó por la fuerza a la madre de sus cuatro hijos hacia un monte de Guichón a quien asfixió con un cinto hasta hacerla perder la consciencia en dos o tres oportunidades, luego de arrastrarla con el vehículo, para después llevarla contra su voluntad a su trabajo y domicilio, donde fue rescatada por una hermana que la llevó a un centro asistencial.

El Telégrafo


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