EL DÍA DESPUÉS
Luego de pasar la noche prácticamente sin dormir, pensando que podría haberme pasado a mi, que por obra del destino no estaba presente.
Llegar al lugar donde unas pocas horas antes había sucedido un hecho por demás violento para lo que estamos acostumbrados, y que desafortunadamente, nos estamos teniendo que acostumbrar.
Una mezcla de emociones que nos invaden, miedo, rabia, impotencia.
Cada uno con su propia emoción acuesta pensando y diciendo: ahora cómo seguimos?, echándole la culpa de cierta manera a quien mas les guste… la policía «por que no hace nada», los patrones «por que no toman medidas», los vecinos «porque vieron gente en actitud extraña y no avisaron».
Pensemos un poco, ninguno de ellos tiene la culpa, unos por que las leyes no los acompañan para poder actuar, otros por que lo que les queda es cerrar las puertas dejando familias sin trabajo, si están haciendo lo posible por brindar más seguridad; y los vecinos que culpa tienen. Si estos «chicos» andan dando vueltas libremente con total impunidad, como si el mundo fuese de ellos, sólo sería arriesgarse a que mañana le den un par de tiros por meterse.
Realmente hoy todos trabajamos como zombie. Haciendo automáticamente las cosas.
La pregunta que resonaba una y otra vez entre compañeros y clientes: y ahora qué? cómo seguir?, qué actitudes tomar para encontrar una solución?.
Es la cuarta vez, en lo que va del año. Y cada vez son más violentos.
No solo afecta a quienes estamos cada día en nuestro puesto de trabajo, cada día dejamos en nuestras casas hijos, cónyuge, padres, madres, hermanos que quedan rogando por que volvamos vivos. Quienes un tiempo antes nos despedían con alegría porque habíamos conseguido un buen trabajo, cosa que en los tiempos que corren es cada vez más difícil.
Por qué tanta violencia? por que por cuarta vez los mismos y aun andan sueltos ? por que quien trabaja honestamente tiene que salir con miedo? y ellos libremente volverán… y roguemos sigamos pudiendo decir GRACIAS A DIOS NO LASTIMARON A NADIE.